martes, 18 de diciembre de 2007

La controversia Shakespeare-Bacon

Desde hace un tiempo, ya entrado el siglo XX, se ha especulado con la posible no existencia del grandioso dramaturgo británico William Shakespeare. Algunas de las teorías son descabelladas, como por ejemplo, la que no hace mucho tiempo aseguraba que Shakespeare era el pseudónimo de un herrero español emigrado a Londrés.

También hay otras teorías que decían que Shakespeare no era más que un nombre que inventaron varios autores para poder, bajo un mismo sello, publicar todas sus obras. Esta teoría tenía varias vertientes. La primera decía que se trataba de un grupo de personajes públicos ingleses de gran importancia social, quienes no podían permitir que su nombre fuese conocido debido la temática de sus obras. La otra, habla de varios dramaturgos de segunda categoría que pretendían, a partir de la publicación de sus obras más importantes de forma conjunta, hacerse un hueco en el panorama dramático británico, aún a riesgo de quedar en el más absoluto olvido. La teoría de una obra conjunta parece ser justificada por muchos debido al gran volúmen de obras de Shakespeare, lo que no parece muy lógico, puesto que otros grandes (y contemporáneos) como Lope de Vega llegan a producir incluso el doble de la obra "shakesperiana". Pero si algo acaba con esta teoría absurda es la gran unidad temática y de estilo de todas las obras de Shakespeare, unidad imposible en el caso de que se tratase de más de un autor.

La otra teoría, mucho más profunda, estudiada y coherente es la que habla de que tras la figura de Shakespeare se encuentra un importante político y filósofo británico: Sir Francis Bacon. La teoría no dice que William Shakespeare no existiese, sino que parecía prácticamente imposible que un personaje casi iletrado como él, fuese el autor de tan excelsa (en longitud y belleza) obra. Se dice por tanto que Shakespeare, un actor de cierta categoría, fue el elegido por Bacon como autor de su obra literaria, para mantener en el anonimato su verdadera autoría, puesto que la obra de
Shakespeare trata temas que quizá no debiesen ser tratados por un político de su fama.

Esta teoría la había escuchado en numerosas ocasiones y en cierta medida, había llegado a creérmela. Pero últimamente he conocido lo que en Inglaterra se ha denominado la Controversia Shakespeare-Bacon. Se trata de una teoría que parte de la base de que parece completamente imposible que un sólo personaje, Francis Bacon, fuese capaz de escribir todas sus obras, más las de Shakespeare y además ejercer como político. Lo que resulta interesante de esta teoría, es que según varios estudiosos, Bacon contrata a un escritor de cierto nivel (esto contradice las teorías de que Shakespeare fuese iletrado) para escribir algunas de sus obras filosóficas. A cambio, Bacon cedería sus obras literarias a dicho escritor, quien podría publicarlas sin censura alguna y bajo su propio nombre, ya que Bacon en ningún caso podría jamás publicarlas. Recapitulando, la Controversia Shakespeare-Bacon viene a explicarnos que es Bacon el verdadero autor de las obras literarias que fueron publicadas bajo el nombre de Shakespeare y éste el autor de un gran número de obras filosóficas publicadas bajo la autoría de Bacon. Curioso cuanto menos.

lunes, 17 de diciembre de 2007

No tengo nada que decir

No tengo nada que decir,
no tengo nada que decir, ni siquiera que me duele ver cómo está el mundo
no tengo nada que decir, ni que la gente sea tan hipócrita y que en realidad, todo sea una gran mentira
no tengo nada que decir, ni que se me cae el alma a los pies cuando veo a un niño que se muere de hambre y nadie mueve un dedo para cambiar la situación, ni siquiera yo
no tengo nada que decir, ni siquiera que me da asco que las banderas sean más importantes que las personas y sus vidas y cómo los fanatismos pueden acabar con cualquier raciocinio.
en fin, que de momento, no tengo nada que decir

viernes, 30 de noviembre de 2007

El adpatador de novelas II






Pero sin duda, si hay un director que ha sabido como tratar en el cine una novela, ese ha sido Francis Ford Coppola. La novela El Padrino de Mario Puzzo es un Best Seller de los muchos que podemos encontrar en cualquier librería. Puzzo supo plasmar el qué sin preocuparse en exceso por el cómo. Coppola, por el contrario, sabe como convertir un contenido sumamente interesante, el contenido legado por Puzzo, en una obra maestra a través de la forma. Si Coppola hubiese descuidado los aspectos formales, la cinta hubiese quedado en un simple "está bien, es entretenida" y sin embargo, nos encontramos (tanto con la primera parte como con la segunda) ante una de las grandes películas del siglo XX. La maestría de Coppola reside en los juegos de luces y sombras, en cómo se puede intuir el proceso de anagnórisis de Michael (Al Pacino), su descenso a los infiernos a través del color. De contar con Brando y permitirle que "destrozase" por completo el personaje de Puzzo convirtiéndolo en un icono, una imagen que ha traspasado lo cinematográfico, del resto del reparto, dificilmente equiparable a cualquier otro anterior o posterior (Al Pacino, Robert Duvall, James Caan, Diane Keaton, Robert de Niro, John Cazale...). Son tantas las cosas que hacen de El Padrino una obra maestra que no se podrían enumerar.


Igualmente, el juego con las luces y las sombras hacen de Apocalypse Now (adaptación cinematográfica de El corazón de las tinieblas de Joshep Conrad) otra obra maestra del cine del siglo XX. De nuevo, la adaptación supera a la novela, pero esta vez se trata de una gran novela, lo que convierte a la película en, probablemente, la mejor adaptación cinematográfica de la historia. ¿Por qué?, porque lo más sencillo es hacer una buena adaptación de una buena obra, ya es más complicado hacer una gran adaptación de una obra mediocre, pero más dificil aún es hacer una adapatación que supere a un gran libro. Y es que los grandes bodrios del cine son las malas y mediocres revisiones de las grandes novelas. Independientemente de esto, Coppola contó con Marlon Brando para interpretar el papel del capitán Kurtz. Papeles como este y el del padrino han convertido a Brando en el mejor actor del siglo XX.
Otra gan adaptación de Coppola es la de Dracula, del escritor irlandés Bram Stoker, de nuevo, es la estética oscura lo que hace de la película una gran adaptación. Pero no podemos situar la cinta a la altura de El Padrino o Apocalypse Now.
Sin embargo, cuando Coppola trata de cambiar su dirección oscura y su estética tenebrista por una visión más colorida y afable, termina creando películas de muy escasa factura como Jack o Peggy Sue se casó.
Por tanto, podríamos concluir que Coppola es el adaptador de novelas por excelencia, pero dicho título se debe a la facilidad con la que ahonda en los personajes a través de su lado oscuro, desde su infierno personal.

el adaptador de novelas I


A veces uno se pregunta: ¿me gustó más la peli o el libro? Por desgracia, casi siempre la respuesta está en el papel, pero no siempre ocurre de tal manera. Hay grandes directores a los que la adaptación cinematográfica se les ha atragantado. Así, un grande como Stanley Kubrick no fue capaz de captar la esencia de la Lolita de Nabokov en su versión de 1962. Se trata de una gran película, pero sin duda no llega a la excelencia de la novela. Otro tropiezo "kubrickiano" fue la adaptación de la novela de Anthony Burgess, La Naranja Mecánica. De nuevo, nos encotramos ante un excelente filme, pero otra vez preferimos la novela a la cinta (también hay que decir que el doblaje al castellano es paupérrimo). Kubrick centró su carrera cinematográfica en la adaptación de novelas, pero la grandeza de sus filmes reside en que se trata de novelas de tercera escritas por novelistas de cuarta categoría. Así, en La Chaqueta Metálica de Gustav Hasford, roza la perfección cinematográfica y supera claramente al original escrito. Otros éxitos de adaptación son Barry Lyndon, El Resplandor (o como hacer una obra maestra de un bodrio de Stephen King), Espartaco y sobre todo Dr. Strangelove or: How I learned to stop worryng and love the bomb (traducida inexplicablemente al castellano como Teléfono rojo? volamos hacia Moscú) y Senderos de Gloria.
Entonces, queda pues, que Kubrick, siendo uno de los más grandes directores de la historia, fue un gran adaptador de novelas, pero de novelas mediocres que a pesar de ello, convirtió en obras maestras. Kubrick era un genio, pero le venían grandes las buenas novelas, ¿por qué?, quizá porque uno disfruta más de la lectura de una buena obra que visionando su adaptación.
Y es que al leer evocamos, creamos una pequeña adaptación cinematográfica mental, dificilmente superable por una adaptación real. Si el proceso lo hacemos al revés, es decir, vemos la película y después leemos la novela, el resultado será bien distinto, porque al leer, en vez de evocar imagenes propias, evocaremos la película.

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Hola a todos/as a la Factoría del Pato. Se trata del Blog personal de Carlos Fervisán, en el que se comentarán temas de actualidad, aderezadas con críticas literarias, musicales y cinematográficas.

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